Avancé escondiéndome entre los árboles. Cuando me acerqué no pude verle el rostro porque estaba demasiado oscuro. A pesar de la oscuridad, la luz de la linterna iluminaba un poco su rostro. Para mi asombro vi que tenía la cara con deformidades. Intenté reconocerle pero no lo conseguí. Al lado suya había una niña de cinco años aproximadamente. Su expresión era fría y no dejaba de balancearse. Cuando el hombre terminó su trabajo, acarició el rostro de la pequeña niña, le agarró la mano y se fueron alejando poco a poco hasta perderse en el bosque. Una vez que se fueron, me acerqué al hoyo y me horroricé al pensar lo que habría allí dentro. Volví sobre mis pasos, cuando regresé vi la luz de mi habitación encendida...¿Qué habrá en la habitación? ¿Debo subir?
IES Galileo Galilei